Pleasure: ¿quién fabrica el deseo?

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Dirección: Ninja Thyberg Reparto: Sofia Kappel, Revika Reustle, Evelyn Claire, Chris Cock, Dana DeArmond, Kendra Spade, Jason Toler, Lance Hart, Mark Spiegler, Eva Melander Título original: Pleasure País: Suecia Año: 2020 Fecha de estreno: 15 de octubre de 2021 Género: Drama Guion: Ninja Thyberg, Peter Modestij Fotografía: Sophie Winqvist

"Fuck yeah. Yeah look at me. Right there. That's so fucking sexy. Such a nasty little girl. Oh yeah, on your knees. Fuck that ass is so good. Fuck me. Oh yeah".

Desde la oscuridad total de la pantalla, comenzamos a escuchar los diálogos en off de lo que parece sugerir una escena de sexo mientras los títulos de cada una de las productoras asociadas comienzan a desfilar uno tras otro. Los diálogos en off cesan y el elenco se hace presente placa por placa, al compás de música clásica dramática. La música finaliza y se nos presenta la primera imagen: el vidrio de un aparador gubernamental de control aeroportuario. A través de él, vemos a nuestra protagonista de la que luego sabremos que se llama Linnéa, alias Bella Cherry, de 19 años. Una joven sueca que llega por primera vez a Los Ángeles. Sin embargo, toda esta información es omitida. 

El empleado de la seguridad aeroportuaria le toma los datos y simplemente le hace la pregunta: ¿Trabajo o placer? Placer, responde Linnéa, dando apertura al título de la película. 

Pleasure, fotograma de la película.

Acto seguido se nos presenta un plano detalle de una vagina siendo rasurada y lastimada. El plano se abre y vemos que es la propia protagonista que se está duchando. Linnéa conduce por la autopista de California, vemos sus ojos por el espejo retrovisor. Lleva puesto unos anteojos de sol redondos con marco blanco resignificando de cierta manera al personaje de Lolita (1962) de Stanley Kubrick.

Linnéa firma su consentimiento para grabar escenas de sexo explícito mientras un productor la graba con su teléfono celular, al mismo tiempo que le realiza preguntas tales como: ¿Sabes cuánto te van a pagar? ¿Cuánto? ¿Estás bajo la influencia del alcohol o drogas? Entre otras tantas preguntas y acciones que explicitan su total consentimiento. 

Llegamos al set de filmación. Conocemos al director y al otro actor que va a protagonizar la escena. Él no duda ni un segundo en sacar su pene y comenzar a masturbarse. Acto que realiza para conseguir la erección necesaria para la filmación. Linnéa voltea la mirada hacia otro lado y el chico de producción le pide que se dé una ducha vaginal antes de rodar. Linnéa desconoce este instrumento e inocentemente pregunta qué es, provocando risas en el set. ¿Qué? ¿En Suecia no se limpian la vagina?, pregunta el chico de producción, mientras el actor argumenta que necesita que sus partes íntimas estén limpias a la hora de introducir su pene (acción que producción no le demanda al actor masculino). 

Linnéa tiene un momento de inseguridad donde considera que no está lista para poder hacerlo. El director se acerca a ella e intenta  «apoyarla» en todo momento más allá de cuál sea su decisión. Le reafirma que está en todo su derecho de irse si así lo desea, dando por sentado que él puede buscar a otra chica que quiera hacerlo (juego de manipulación que se repite y se agrava a lo largo de la película, creando la idea de falsa libertad que tienen las actrices dentro de la industria). 

Pleasure, fotograma de la película.

Finalmente Linnéa realiza la escena con éxito y celebra su primer triunfo con una selfie de su rostro cubierto de semen.

Desde los primeros 10 minutos del largometraje, la directora Ninja Thyberg nos deja bien en claro las reglas del juego de lo que vamos a ver. Maneja de manera inteligente los recursos estilísticos y pone en evidencia la estructura de poder y dominancia dentro de la industria del porno. ¿Qué es el deseo? ¿La imagen de un pene? ¿La imagen de una vagina? ¿La imagen de una penetración? ¿Quién decide lo que es el goce? Todos estos interrogantes volcados desde una puesta en escena y dirección donde la ubicuidad de la cámara evidencia el artificio de la construcción de esa imagen/deseo.

No por nada la primera escena de sexo se nos es negada, simplemente la oímos. Es claro quién decide y quién tiene el poder para Ninja Thyberg. Así mismo, instaura la pregunta desde el fuera de campo: ¿es una escena de sexo lo que escucho o simplemente son diálogos actuados? Juega con la imaginación del espectador que bien reconoce esos diálogos, como también las imágenes que se plasman en su mente desde el recuerdo o la imaginación. Nuevamente se instauran las preguntas: ¿dónde está el goce y quién lo fabrica? ¿Quién me dice lo que me tiene que excitar o no? ¿Es impuesto o tengo poder de decisión en esa búsqueda? 

Sin embargo, lejos de dejarnos simplemente con la imaginación, la directora nos concede eso que tanto estamos esperando: lo explícito. Un pene que se agiganta mediante un plano detalle en la pantalla panorámica de una sala de cine. Unos ojos que actúan y denotan inocencia. Un par de pechos pequeños perforados de una joven de 19 años. Una cámara que es ojo, centro del poder y creadora del deseo desde la ubicuidad del pene del coprotagonista. Pero antes de introducirnos en dichas imágenes, la autora nos advierte del último rastro de poder que va a tener Linnéa como sujeto dentro de la industria: la imagen de una vagina lastimada y dolorida es el único y último rastro de dominio sobre su cuerpo que tiene la protagonista a lo largo de todo el largometraje. 

Junto con la imagen de sus ojos en el retrovisor, acuñando a Lolita de Stanley Kubrick, la autora resignifica aquel personaje sexualizado y sobre todo aquella idea de que tenía decisión propia sobre sus acciones. Bella Cherry personifica la inocencia que busca la industria del porno y aquella imagen de sus ojos en el espejo retrovisor, es el último rastro de su identidad como Linnéa, en un viaje por carretera que muta en más de cuatro ocasiones, evidenciando la pérdida del poder y el control que sufre en su búsqueda por convertirse en la próxima gran estrella de la industria del porno (o de manera metafórica, en la búsqueda de su verdadero ser). 

El artificio es total, reafirmando de esta manera la idea de que el deseo es una construcción y que esa construcción artificial es la única posible para llegar al goce. 

La primera secuencia se construye con precisión por el dominio estilístico que nos presenta la autora. Se siente cuasi documental y creo que es uno de los puntos más fuertes que repite dentro del film cada vez que Bella va a realizar nuevas producciones. Lo contrario sucede cuando se estiliza de más la imagen con planos fluidos y movimientos de cámara que no aportan nada a la narración más que embellecerla. La desestabilización y la torpeza de ciertos movimientos y sobre todo la dirección en la puesta en escena plasman la incertidumbre del viaje de nuestra protagonista, denotando sus inseguridades cada vez que se adentra más y más en la industria del porno. Realizando performances que no quiere hacer y que la propia industria la arrastra a concretar con la excusa de que se necesitan actrices que estén dispuestas a todo (lo que en la película se traduce como las famosas Spiegler Girls o superestrellas del porno, meta que nuestra protagonista desea conseguir). 

¿Qué es una chica Spiegler?, pregunta Bella. Ay Dios…-dice Ava,- Es como… son como la élite de las estrellas porno. Básicamente [...] Pero trabajas todos los días y… no te permite poner ningún límite sobre qué quieres hacer y qué no [...] Tienes que hacer de todo, pero tienes el éxito asegurado”. Mark Spiegler, quien usó el concepto para referirse a sus actrices, es un productor y representante dentro de la industria del porno reconocido a nivel mundial.

La iluminación pareja, las paredes blancas y los decorados artificiales de casas que parecen sacadas de un catálogo de decoración de interiores son claves en la construcción para plasmar el universo ficcional de la industria del porno. 

El artificio es total, reafirmando de esta manera la idea de que el deseo es una construcción y que esa construcción artificial es la única posible para llegar al goce. 

Los planos picados y las angulaciones siempre están a favor del hombre que enaltece su pene para que luzca más grande y lo coloca en el centro del sometimiento en el ejercicio de poder. Pero Thyberg, realiza un juego de montaje muy interesante en el que invierte la relación de poder al colocarnos en la perspectiva de la protagonista quien descubre el artificio del sistema y se lo evidencia al espectador. La cámara tiene el control. La imagen tiene el poder y Bella lo sabe, lo cual va aprovechar a lo largo de los 110 minutos de largometraje. Bella se convierte en el espejo que nos refleja el artificio del cual se apodera para llegar a su meta, pero en su afán por lograr su objetivo, se pierde y es consumida por el poder. 

Pleasure, fotograma de la película.

Durante el transcurso del film, nuestra protagonista irá realizando diferentes producciones cada vez más arriesgadas (tanto físicas como psicológicas) que intensifican la lucha interna entre de quien es y quien desea ser. Linnéa debe desaparecer para que solo exista Bella Cherry. Este es un paso muy importante para el personaje en su afán por triunfar dentro de la industria, ya que la muerte de su identidad principal se da de manera metafórica en una doble penetración anal con dos hombres afroamericanos (decisión que toma Linnéa luego de quedarse sin representante, llevando a cabo su performance de manera gratuita y con la esperanza a de que llamaría la atención de Spiegler al ser el porno interracial el más consumido en Estados Unidos). Escena que nos es negada dejando que el espectador la reconstruya en su mente desde el fuera de campo. Nuestra protagonista se olvida del sistema que la somete para llegar hasta donde llegó al punto de ella misma replicar  ese sistema de sometimiento.

El rol se invierte, ya no soy la sometida, soy la que somete. El cambio de rol se masculiniza replicando el sistema que el hombre creó en su idea de lo que es el goce.

Bella se fragmenta, se desdobla y escapa en los reflejos donde se ve y recuerda no solo el artificio del sistema sino que es cómplice y reproductor de tal. 

Cabe aclarar que el concepto de masculinización parte de la idea que sugiere la película de lo que es lo masculino y lo femenino. Que también de alguna manera lo cuestiona en la propia acción.

En este caso lo masculino se retrata como la fuerza que domina lo femenino entendido como pasividad. El ejercicio de poder que ejerce Bella Cherry sucede cuando se calza un arnés con pene de goma para someter a su compañera de escena. Dicho de otro modo, no  solo nuestra protagonista se masculiniza, sino que evoca de manera artificial el cuerpo del hombre para ejercer el dominio de poder. Lo imita. 

La película finaliza con Bella abandonando el auto que la lleva de regreso a la mansión de las Spielberg Girls después de una fiesta a la que asistió. Reivindicando los ideales de la protagonista, dando a entender que abandona aquel mundo que tanto anheló. 

Pleasure es una película que instaura varias preguntas respecto a la industria del porno ¿Qué es el porno como tal? ¿Dónde está el goce? ¿En la imagen? ¿En el montaje? ¿En lo que se ve? ¿En lo que no se ve? ¿En la idea? ¿En el control? Y sobre todo, ¿quién las construye? ¿De quién parten esas ideas? 

Abordadas desde una puesta en escena inteligente que reflexiona sobre el  artificio de la imagen/deseo, interpelando al espectador directamente con recursos manieristas que apelan a la complicidad y el disfrute en la construcción de esa imagen que se desarrolla fuera de campo, es que se articula todo el montaje de la película. 

La protagonista sabe que es vista por el espectador y lo hace partícipe de su viaje, dialoga con él, al mismo tiempo que reflexiona sobre sus actos en la construcción de la imagen que fabrica poniéndola en crisis. 

Es decir, o somos reproductores de imágenes e ideas o podemos escapar del artificio y adentrarnos en la búsqueda. La protagonista por lo menos se lo pregunta y en consecuencia nos lo pregunta, al mismo tiempo que se aleja de sí misma en su búsqueda personal. 

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